Y resulta que las personas que
nos rodean, en su deseo de que sentemos cabeza y abandonemos nuestros sueños
que les parecen locos, tienen siempre respuestas como estas:
Si quieres ser músico -Nadie
vive de la música
Si quieres escribir un libro-
Está bien, lo escribes, pero sabes lo difícil que es publicar un libro, casi
nadie lo consigue. ¿Por qué no intentas otra cosa?
Si quieres pintar -Deja la bobería y vete a la universidad a estudiar medicina que son los médicos los que tienen dinero y luego te compras todos los cuadros que quieras.
Si quieres pintar -Deja la bobería y vete a la universidad a estudiar medicina que son los médicos los que tienen dinero y luego te compras todos los cuadros que quieras.
Si quieres bailar, es mucho
peor, porque conservan la idea prejuiciosa de que todas las bailarinas son
mujeres de reputación dudosa y los hombres, todos gays.
Y si quieres actuar te dicen que todo Hollywood está lleno de camareras hermosísimas que fueron a castings y no lograron nada.
Y si quieres actuar te dicen que todo Hollywood está lleno de camareras hermosísimas que fueron a castings y no lograron nada.
Ante la mirada ajena, en
cualquiera de estos casos sencillamente estás loco.
Bienaventurados sean los locos
porque gracias a ellos tenemos cuadros, música y libros.
¡Bienaventurados sean los locos
porque ellos son los verdaderos sabios entre toda la raza humana!
Y así, más o menos de esta
manera, salvo algunas excepciones, los seres que nos rodean lejos de alentarnos
a perseguir nuestros sueños, a indagar cuales son nuestros intereses, nos
encaminan en dirección contraria y de mala gana abandonamos la búsqueda.
Y lo peor es que lo hacen con la buena fe de
que nos han hecho un bien, que nos han ayudado a sentar cabeza.
¿Y dónde queda entonces nuestra
alma y sus más hermosos anhelos?
Sin nada con qué alimentar los
sueños, el alma se nos queda sepultada tras muchas capas de infelicidad, y se
agazapa dentro de nosotros. Y así, andamos de la mano de la monotonía, presos dentro
de nuestros hábitos y hastíos, y por eso son tan frecuentes las depresiones y
los suicidios en el mundo en qué vivimos, porque a medida que nos adentramos en
lo material nos alejamos de lo espiritual.
¿No deberíamos en su momento no
hacer caso?
Y desobedientes adentrarnos en
nosotros mismos hasta llegar a la médula y descubrir temprano en la vida
quiénes somos, para permitirnos crecer, para descubrir nuestra identidad.
Y esa identidad personal está
compuesta ante todo por las cosas que nos gustan, por las cosas que soñamos
hacer, nuestra manera de vestir, nuestras comidas favoritas, nuestros hábitos,
los libros que nos gusta leer, la música que más nos gusta escuchar, todo eso
forma parte indispensable de quiénes somos, no importa si estamos llenos de
piercings y de tatuajes, o si somos tradicionales.
¿Y quién nos quita ese derecho?
El mundo que nos rodea y la
mirada ajena. Si no estuviéramos demasiado condicionados como estamos por la
moral, las buenas costumbres, las tradiciones y el qué dirán seguramente
seríamos mejores personas o al menos personas más felices.
No hay comentarios :
Publicar un comentario