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miércoles, 3 de abril de 2013

“La mirada ajena” 3ra parte



Hace un tiempo atrás le comenté a un amigo que quería escribir un libro, y me dijo que yo no podía porque no tenía la capacidad ni el conocimiento necesario para acometer esta tarea, para él y su estrechez de miras todo se reduce al hecho de que no tengo una carrera universitaria y como siempre he ocultado mis aficiones a la mirada ajena para evitar confrontaciones de cualquier índole con personas prejuiciosas, resulta ahora que vivo una doble vida, por fuera soy una persona insulsa que no comparte con nadie su mundo interior por dentro esta es la que soy.


Por tanto mi amigo, que desconoce que existen cosas como el talento innato, el estudio autodidacta y el conocimiento empírico,  me aconsejó que fuera la universidad y estudiara historia o cualquier carrera de letras, para que pudiera tener conocimientos apropiados y para que cuando las personas vieran  mi libro lo leyeran porque su autora tendría más prestigio a sus ojos. Yo, aunque reconozco que en parte tiene razón, claro solamente desde su punto de vista, porque no hay una sola verdad, sino muchas medias verdades.
Yo digo que el hombre se mide por lo que es capaz de hacer y soy enemiga acérrima de los títulos y las fórmulas, para mí colgar un título de la universidad en un pared es algo superfluo, lo que sí vale para mí es el conocimiento, tiene un valor inigualable, pero a veces nos hace falta títulos para que los ignorantes nos respeten, porque hay ignorantes de todas clases y hay incluso ignorantes instruidos.
Ahora siento que tengo  más motivos para escribir un libro y uno de ellos es restregárselo en toda la cara, y no es porque sea una persona tan soberbia que no tenga la humildad de aceptar un consejo, sino porque creo que es él quien no tiene la capacidad de juzgarme.
¿Acaso conoce él en profundidad mi alma? ¿Acaso puede presenciar con la facilidad con que me brota la palabra? ¿Acaso se da cuenta lo feliz que soy a solo con un lápiz en la mano y un trozo de papel? ¿Acaso entiende él que el papel es mi magia?
Yo sí creo que tengo toda la capacidad de hacerlo, solo hay que trabajar duro. Antes yo también estaba bajo el influjo de la mirada ajena y solía escuchar clase de consejos y hacía caso porque creía que tenían razón. Es tan fácil creer que no somos capaces, porque nunca tenemos la certeza de que somos buenos en algo, por una sencilla y única razón, porque necesitamos que los otros no los digan. Porque no sabemos mirarnos a nosotros mismos sino a través de los ojos de otros.
Ahora mi reacción es de rebeldía, porque me cansé de renunciar a mis sueños. Y así debería reaccionar todo el mundo para defender su identidad, y perseverar en la persecución de sus sueños y lograr nuestras metas para que el mundo nos respete.
Creo que al hombre hay que juzgarlo por sus obras y no por su apariencia, “Por sus frutos los conoceré” dice la biblia, y así es.
Quien no encuentra ningún talento en sí es porque no ha mirado bien, a veces el talento tarda años en revelarse. El talento está sobre valorado en este mundo en que vivimos, está en todas partes y no lo vemos porque no miramos bien, el talento es algo extremadamente común, aunque tiene gradaciones, el talento es hasta vulgar, en cualquier parte se le puede encontrar e incluso hay talentos desaprovechados, vidas perdidas, acaso no escuchamos historias de esta clase por todas partes y es simplemente porque renunciamos a los sueños y solo vemos los talentos superlativos, pero hay otros más modestos que pueden ser educados y llegar a crecer y un buen día descubrimos que somos capaces de cosas que no sabíamos que podíamos hacer.
Porque el talento representa en el mejor de los casos,  únicamente representa una base imprescindible sobre la cual trabajar, una aptitud para hacer determinadas cosas, y detrás de cualquier artista hay más trabajo duro y verdadero sacrificio que talento en sí. Horas de sueño entregadas al trabajo, desvelos. Un pianista por ejemplo puede ser muy bueno, pero entrega muchas horas de su vida al ensayo, así se logra la maestría y la flexibilidad de los dedos para cuando dé un concierto tenga esa habilidad y ese virtuosismo que nos deja con la boca abierta.


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