Daína Chaviano, magia y fantasía de las letras cubanas
Tenía doce años, un alma de poeta y la cabeza llena de
pájaros, cuando cayó en mis manos una fotonovela titulada “Los mundos que amo”,
treinta años después sigue en mi librero, amarillenta y deshojada, pero viva en mi
corazón.
Quizás fue porque siempre he creído en los extraterrestres, además de los fantasmas y espíritus como cualquier buen cubano o porque soy excéntrica y demasiado imaginativa pero confieso que llegué
a subir al tejado de mi casa y trazar las líneas en clave morse del mensaje a
los extraterrestres que aparecía en las fotos del libro. No sé si en verdad
esperé una respuesta, pero recuerdo que cuando era niña viví la fantasía de que
era extraterrestre y vendrían a buscarme en
cualquier momento en una nave extra galáctica, nunca supe por qué tenía aquel sentimiento extraño de no pertenencia, quizás era porque debía hallar un lugar propio en este mundo ajeno y extraño donde echar raíces, o porque estaba predestinada a crear yo también mi propio mundo imaginario, no lo sé. Quizás era sólo la manera en que conseguía explicarme cuán diferente era del resto del mundo que me rodeaba.
cualquier momento en una nave extra galáctica, nunca supe por qué tenía aquel sentimiento extraño de no pertenencia, quizás era porque debía hallar un lugar propio en este mundo ajeno y extraño donde echar raíces, o porque estaba predestinada a crear yo también mi propio mundo imaginario, no lo sé. Quizás era sólo la manera en que conseguía explicarme cuán diferente era del resto del mundo que me rodeaba.