Los objetos comunes están por todas partes, poblando nuestras casas de pequeñas presencias materiales que componen nuestra realidad. Convierten una casa en un hogar, y su desorden aparente no son más que signos de vida. Un manojo de llaves sobre la mesa, un reloj que canta las horas, un bolígrafo, un vaso usado, un libro abierto son testigos mudos de la vida que puebla los espacios habitacionales.
Cada casa humana está llena de todo tipo de herramientas y enseres menores, en la más barroca acumulación sin orden ni concierto de los más disimiles objetos: Cuchillos, destornilladores, morteros, batidoras eléctricas, radios, batidores de huevos, televisores, máquinas de moler carne, ventiladores, cafeteras, teléfonos, cucharones, sábanas, espumaderas, moldes de repostería, piezas de ropa, mangas de decorar, cepillos de dientes, espátulas, peines, ralladores, toallas, discos compactos, coladores, cofres, calderos y sartenes conviven con nosotros, compartiendo el espacio vital donde respiramos y subsistimos.
Y por su escaso valor, no damos importancia alguna a estas pequeñas posesiones materiales, pequeños acólitos de la vida ordinaria, que conforman nuestra existencia, que van de allá para acá, del cuarto a la sala, de la cocina al comedor, sirviéndonos sin una sola queja.
Y a veces, en madrugadas de insomnio donde aflora a mi alma algo sublime, descubro que cada uno de estos objetos, pequeños e intrascendentes, comunes y hasta vulgares, son receptáculos plenos de poesía. Cada uno de ellos cuenta una historia, cada uno tiene un lugar propio en el mundo. Detrás de todos ellos ha habido secretos inventores olvidados, muchos de ellos han acompañado a la raza humana desde albores del tiempo, han evolucionado, mejorado, para cumplir mejor las funciones para las que fueron diseñados.
Forman parte de nuestras pequeñas rutinas, nuestra monotonía y en general nos hacen la vida más fácil.
Esos objetos comunes:hablan un lenguaje particular, a veces están llenos de ausencia, a veces están llenos de amor. Pero solo los seres que llevamos la poesía circulando en un torrente sin fin dentro del cuerpo, descubrimos a través de ella la esencia misma de todas las cosas porque tenemos una forma diferente de vislumbrar el universo, lo hacemos a través de un lente único que muestra una especie de belleza que los otros no son capaces de ver. Somos los únicos capaces de advertir la sutil poesía que subyace en la esencia de todas las cosas.
Muchos grandes poetas han cantado a esos objetos que nos rodean y que a veces no advertimos en una poesía que nos sorprende, pero los poetas vemos el mundo con los ojos llenos de asombro.
En su poema "Las cosas" Pablo Neruda, advierte esa misma poesía en los objetos triviales, los mira a través del lente de su lírica y los transforma en un poema donde las cosas comunes trascienden su realidad ordinaria y toman una dimensión espiritual, transformándose en una clase de belleza que los demás también pueden ver.
de Las cosas
mi armario se estremece si lo abro y me asomo,
las sábanas son sábanas cuando me echo sobre ellas
y la cama se queja cuando yo me levanto.
Qué será de las cosas cuando el hombre se acabe?
Como perros las cosas no existen sin el amo.
las sábanas son sábanas cuando me echo sobre ellas
y la cama se queja cuando yo me levanto.
Qué será de las cosas cuando el hombre se acabe?
Como perros las cosas no existen sin el amo.
En su "Oda a los calcetines" convierte una prenda de uso diario en un texto lleno de fantasía y pasión, dotándolos de una belleza inexistente para los que no saben verla, porque todo poema es una ventana abierta al alma del poeta.
"resistí la tentación
aguda de guardarlos como los colegiales
preservan las luciérnagas,
como los eruditos coleccionan
documentos sagrados,
resistí el impulso furioso de ponerlas
en una jaula de oro y darles cada
día alpiste y pulpa de melón rosado.
Como descubridores que en la selva
entregan el rarísimo venado verde
al asador y se lo comen con remordimiento,
estiré los pies y me enfundé
los bellos calcetines, y luego los zapatos.
Y es esta la moral de mi Oda:
Dos veces es belleza la belleza,
y lo que es bueno es doblemente bueno,
cuando se trata de dos calcetines
de lana en el invierno."
aguda de guardarlos como los colegiales
preservan las luciérnagas,
como los eruditos coleccionan
documentos sagrados,
resistí el impulso furioso de ponerlas
en una jaula de oro y darles cada
día alpiste y pulpa de melón rosado.
Como descubridores que en la selva
entregan el rarísimo venado verde
al asador y se lo comen con remordimiento,
estiré los pies y me enfundé
los bellos calcetines, y luego los zapatos.
Y es esta la moral de mi Oda:
Dos veces es belleza la belleza,
y lo que es bueno es doblemente bueno,
cuando se trata de dos calcetines
de lana en el invierno."
Fragmento de Oda a los Calcetines de Pablo Neruda
Jorge Luis Borges, también encuentra poesía en los objetos ordinarios, y contemplándolos toma consciencia de lo efímero de la existencia humana, en su poesía estos objetos trascienden sus ámbitos habituales para convertirse en arte.
"¡Cuántas cosas,/ limas, umbrales, atlas, copas, clavos,/ nos sirven como tácitos esclavos,/ ciegas y extrañamente sigilosas!/ Durarán más allá de nuestro olvido;/no sabrán nunca que nos hemos ido.
Eliseo Diego,una de las voces poéticas más ilustres de Cuba, lamentablemente un poco olvidado, en su poema "Las herramientas todas del hombre" toca también el tema de los objetos comunes que se convierten a través de la poesía en vehículo de reflexión filosófica.
Estas son las navajas de filo exacto con que se afeita el tiempo.
Y estas tijeras para cortar los paños,
para cortar los hipogrifos y las flores
y cortar las máscaras y todas las tramas y, en fin,
para cortar la vida misma del hombre, que es un hilo.
Estas son las sierras y serruchos -también cuchillos, sin duda, pero imaginados
de tal modo que los propios defectos del borde sirvan al propósito.
Y esta es una cuchara que alude a los principios y a las postrimerías
y en resumen
al incalificable desvalimiento del hombre.
Y estas tijeras para cortar los paños,
para cortar los hipogrifos y las flores
y cortar las máscaras y todas las tramas y, en fin,
para cortar la vida misma del hombre, que es un hilo.
Estas son las sierras y serruchos -también cuchillos, sin duda, pero imaginados
de tal modo que los propios defectos del borde sirvan al propósito.
Y esta es una cuchara que alude a los principios y a las postrimerías
y en resumen
al incalificable desvalimiento del hombre.
Fragmento de Las Herramientas todas del hombre Eliseo Diego
Y viendo estos ejemplos de poemas de poetas consagrados que han visto el mundo de un modo similar al que se me antoja yo también reflexiono. Y me pregunto si quizás es a través de la poesía, que las cosas ordinarias cobran vida, si el ser humano a través de la óptica mágica del verso se despierta a una realidad superior y trascendente cuando a través de la lírica las cosas comunes se convierten en misterios, en magia, belleza, revelación filosófica.
Y descubro que la poesía es la necesidad más espiritual de la raza humana, la que dota al hombre del poder de sublimar lo ordinario, de ver más allá, de vislumbrar una realidad más hermosa que la que nos ofrece la vida material. Y esa magia existe a nuestro alrededor, solo tenemos que aprender a verla. Y si no somos capaces por nosotros mismos, siempre tenemos a nuestro alcance los hermosos textos de los poetas que nos muestran el mundo a través del cristal más puro: El verso
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