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domingo, 28 de septiembre de 2014

Paraísos de sal de Alicia Victoria Pagella


Escasos minutos después de su llegada a la Habana, en el lobby del hotel Plaza Alicia Victoria Pagella colocó en mis manos el más hermoso de los regalos, un ejemplar autografiado de "Paraísos de sal", su quinto libro de poesía. 
Sin más preámbulos que su carisma y el calor de un abrazo tuve el hermoso privilegio de ser la primera persona en Cuba de tener en sus manos un ejemplar de Paraísos de sal, árbol gentil donde eclosionara la palabra, flor sublime, instrumento sutil que permite a Alicia viajar hacia las inconmensurables latitudes de las almas. 

Paraísos de sal. Alicia Victoria Pagella


De regreso a casa, comencé a adentrarme en el misterio de esos caracteres luminosos, que verso a verso edifican paraísos construidos con la sal de la vida. Desde la primera frase, aún antes de que mi cerebro pudiera incluso descifrar el sentido de las palabras, ya me embargó esa sensación que nos enciende por dentro cuando leemos algo mágico, de palabras estremecidas que emprenden viaje desde regiones epidérmicas hasta lo más profundo de nuestro ser, y que luego nos dejan algo reblandecido por dentro, y hacen brotar de algún lugar recóndito el milagro de los propios versos. 

Confieso que cuando contacté con Alicia, desde el primer momento me agradó esa sincera ternura que aún desde los mensajes que recibí a través de algo tan impersonal como un ordenador podía palpar y tenía mucho miedo de enfrentarme a su obra y tropezar con esas poesías que están tan de moda ahora, de lectura difícil y comprensión imposible, de esas que he dado en llamar con aquel espíritu jocoso que caracteriza a todo buen  cubano: "Poesía jeroglífica" una de esas poesías repletas de tanta palabreja inútil que no hace sentir nada, una poesía elitista y desdeñosa que nos mira por encima del hombro y de cierto modo intenta discriminarnos a nosotros, seres comunes con mentes subdesarrolladas que no tenemos el privilegio de entender, apreciar y valorar. 
Si eso pasaba me tendría que ver en la penosa alternativa de tener que escoger entre mentir para agradar a mi amiga o decir abiertamente lo que pensaba y hacer que quizás se molestara. Dios gracias que no tuve que hacer ninguna de las dos cosas, porque la poesía de Alicia, me conquistó desde el primer verso, es tan simple y hermosa como la de José Martí,  o la de José Angel Buesa, el poeta más popular de Cuba. Por momentos transita por ella la sombra tutelar de la poesía doliente de Alfonsina Storni, 
La poesía de Alicia es una poesía de pueblo, edificada de la material sutil con que se hacen los sueños, de sencillas palabras, en las que bulle la vida, es como su autora, todo amor, simpatía, alegría de vivir. 
Más no está hecha de lugares comunes, de amores fáciles, es belleza, sabiduría, es agua que fluye mansa desde una oquedad de jazmín,  desde el alma misma de alguien que mucho ha vivido.
 A Alicia la ilumina esa ternura que caracteriza a las personas que han brindado su amor a seres desvalidos, cachorros extraviados, y personas con necesidades especiales , la dedicación de quien ha consagrado su vida a la enseñanza. El amor de quien ha vivido, de quien ha llevado entre sus brazos la carga dulce de una vida nueva. Y eso se refleja en sus versos, de palabras suaves pero frmes, plenas de intensa vida que habita en esos versos, vida que bulle, aletea como un pájaro cautivo en su cárcel de papel, hay memorias, atardeceres brumosos, sueños, utopías, dolor, alegría. Sentimiento en flor que abre a la vida, vivencias, amores, sueños  convertidos en versos.  

Gracias amiga, por permitirme habitar tus paraísos de sal, por compartir conmigo, las lágrimas más hermosas con que te condecoró la vida. 

sábado, 27 de septiembre de 2014

Alicia Victoria Pagella visita la Habana


Alicia Victoria Pagella
Alicia Victoria Pagella

Gracias al milagro de la tecnología, este engendro moderno que son las redes sociales, he tenido el privilegio de conocer a Alicia, una poetisa argentina, una mujer maravillosa, un ser humano extraordinario, cuyo calor humano ha sido capaz de tender un puente de versos entre Junín y la Habana, Argentina y Cuba. 

Yo, aprendiz de poeta, que tuve la osadía de lanzar al mundo un puñado de palabras que pretendían algunas veces ser versos, otras opiniones personales, ideas revueltas, sin orden ni concierto, navegante inédita de este mar de entes anónimos que pululamos en la plataforma de blogger. 

Gracias a todo esto las palabras que lancé al mundo como botella de náufrago llegaron a ella, que ya había tomado la decisión de visitar la Habana. Yo fui la herramienta del destino que debía conducir hacia nosotros, a Alicia, mujer maravilla, ángel con el poder de hilvanar palabras, de ordenarlas juntas para conjurar la magia.

Alicia Victoria Pagella es muchas cosas a la vez, poetisa, conductora de programas de radio y televisión, embajadora de la cultura, educadora, cantante, madre, abuela, bisabuela, esposa, amante, amiga, pero sobre todo un alma inquieta, una maga de la palabra, con ella, edifica paraísos de sal y de jazmines, de amor y de esperanza, su poesía construida a partir de palabras sencillas no pretende nada solo cantar a la vida, sin embargo, toca las almas desde el  lenguaje común que a través del lente de su verso  adquiere  el poder de alcanzar la grandeza.   
Alicia es un ser hecho de palabras, que vive a través de ella, desde la magia de los versos, las ondas radiales y televisivas, ella hace suya esas palabras malheridas que la reclaman revoloteando en torno a ella,  como un montón de mariposillas ciegas,  radiantes, nacaradas, se vuelven arcoiris en sus labios, desde donde perfumadas de jazmin, brotan, enriqueciendo el aire con su vuelo para acariciar, majestuosas nuestros oídos.

Porque verte y quererte se vuelven enseguida una misma cosa, gracias a tu carisma, tu simpatía personal, tu valía, yo te recordaré Alicia, la de la boca de jazmín, en el olor a guayaba, en las páginas de tus libros desde donde seguiré escuchándote declamando poemas que se vuelven música en tu voz, flores de dulce de leche engalanarán la memoria de las horas hermosas en que estuviste en la Habana. 

Gracias, Alicia,  mariposa encantada, ave mágica de paso por la Habana, por el privilegio de detener tu vuelo, y regalarnos tu precioso tiempo, el sortilegio mágico de tus  palabras, el calor de tu abrazo, y la maravilla de llamarme amiga.