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sábado, 27 de septiembre de 2014

Alicia Victoria Pagella visita la Habana


Alicia Victoria Pagella
Alicia Victoria Pagella

Gracias al milagro de la tecnología, este engendro moderno que son las redes sociales, he tenido el privilegio de conocer a Alicia, una poetisa argentina, una mujer maravillosa, un ser humano extraordinario, cuyo calor humano ha sido capaz de tender un puente de versos entre Junín y la Habana, Argentina y Cuba. 

Yo, aprendiz de poeta, que tuve la osadía de lanzar al mundo un puñado de palabras que pretendían algunas veces ser versos, otras opiniones personales, ideas revueltas, sin orden ni concierto, navegante inédita de este mar de entes anónimos que pululamos en la plataforma de blogger. 

Gracias a todo esto las palabras que lancé al mundo como botella de náufrago llegaron a ella, que ya había tomado la decisión de visitar la Habana. Yo fui la herramienta del destino que debía conducir hacia nosotros, a Alicia, mujer maravilla, ángel con el poder de hilvanar palabras, de ordenarlas juntas para conjurar la magia.

Alicia Victoria Pagella es muchas cosas a la vez, poetisa, conductora de programas de radio y televisión, embajadora de la cultura, educadora, cantante, madre, abuela, bisabuela, esposa, amante, amiga, pero sobre todo un alma inquieta, una maga de la palabra, con ella, edifica paraísos de sal y de jazmines, de amor y de esperanza, su poesía construida a partir de palabras sencillas no pretende nada solo cantar a la vida, sin embargo, toca las almas desde el  lenguaje común que a través del lente de su verso  adquiere  el poder de alcanzar la grandeza.   
Alicia es un ser hecho de palabras, que vive a través de ella, desde la magia de los versos, las ondas radiales y televisivas, ella hace suya esas palabras malheridas que la reclaman revoloteando en torno a ella,  como un montón de mariposillas ciegas,  radiantes, nacaradas, se vuelven arcoiris en sus labios, desde donde perfumadas de jazmin, brotan, enriqueciendo el aire con su vuelo para acariciar, majestuosas nuestros oídos.

Porque verte y quererte se vuelven enseguida una misma cosa, gracias a tu carisma, tu simpatía personal, tu valía, yo te recordaré Alicia, la de la boca de jazmín, en el olor a guayaba, en las páginas de tus libros desde donde seguiré escuchándote declamando poemas que se vuelven música en tu voz, flores de dulce de leche engalanarán la memoria de las horas hermosas en que estuviste en la Habana. 

Gracias, Alicia,  mariposa encantada, ave mágica de paso por la Habana, por el privilegio de detener tu vuelo, y regalarnos tu precioso tiempo, el sortilegio mágico de tus  palabras, el calor de tu abrazo, y la maravilla de llamarme amiga.