Gracias al milagro de la
tecnología, este engendro moderno que son las redes sociales, he tenido el
privilegio de conocer a Alicia, una poetisa argentina, una mujer maravillosa,
un ser humano extraordinario, cuyo calor humano ha sido capaz de tender un
puente de versos entre Junín y la Habana, Argentina y Cuba.
Yo, aprendiz de poeta,
que tuve la osadía de lanzar al mundo un puñado de palabras
que pretendían algunas veces ser versos,
otras opiniones personales, ideas revueltas, sin orden ni concierto,
navegante inédita de este mar de entes anónimos que pululamos en la
plataforma de blogger.
Gracias a todo esto las
palabras que lancé al mundo como botella de náufrago llegaron a ella,
que ya había tomado la decisión de visitar la Habana. Yo fui la
herramienta del destino que debía conducir hacia nosotros, a Alicia, mujer
maravilla, ángel con el poder de hilvanar palabras, de ordenarlas juntas
para conjurar la magia.
Alicia Victoria Pagella es muchas
cosas a la vez, poetisa, conductora de programas de radio y televisión,
embajadora de la cultura, educadora, cantante, madre, abuela, bisabuela,
esposa, amante, amiga, pero sobre todo un alma inquieta, una maga de la
palabra, con ella, edifica paraísos de sal y de jazmines, de amor y de
esperanza, su poesía construida a partir de palabras sencillas no pretende nada
solo cantar a la vida, sin embargo, toca las almas desde el lenguaje
común que a través del lente de su verso adquiere el poder de
alcanzar la grandeza.
Alicia es un ser hecho de palabras,
que vive a través de ella, desde la magia de los versos, las ondas radiales y
televisivas, ella hace suya esas palabras malheridas que la reclaman
revoloteando en torno a ella, como un montón de mariposillas ciegas,
radiantes, nacaradas, se vuelven arcoiris en sus labios, desde donde
perfumadas de jazmin, brotan, enriqueciendo el aire con su vuelo para
acariciar, majestuosas nuestros oídos.
Porque verte y quererte se
vuelven enseguida una misma cosa, gracias a tu carisma, tu simpatía
personal, tu valía, yo te recordaré Alicia, la de la boca de jazmín, en el olor
a guayaba, en las páginas de tus libros desde donde seguiré
escuchándote declamando poemas que se vuelven música en tu voz,
flores de dulce de leche engalanarán la memoria de las horas hermosas en que
estuviste en la Habana.
Gracias, Alicia, mariposa encantada,
ave mágica de paso por la Habana, por el privilegio de detener tu vuelo, y
regalarnos tu precioso tiempo, el sortilegio mágico de tus palabras, el calor de tu abrazo, y la
maravilla de llamarme amiga.